sábado, 16 de octubre de 2010

MENSAJE PARA PADRES DE ADICTOS…

Con demasiada frecuencia, el problema causado por la adicción, se enfoca solo hacia los estragos que causa sobre las esposas, esposos e hijos del adicto, sin tomar en cuenta el inmenso sufrimiento y confusión que hace caer también sobre los acongojados padres.


En realidad, para ellos existe una angustia y un sentido de impotencia tan profunda y especial, que su problema es aún más difícil de resolver. Cuando el marido y padre adicto descuida, abandona a su familia, tenemos entre manos una situación desastrosa muy evidente, para la que existe ya juicios establecidos y controles sociales bastante bien organizados, a través de agencias particulares o públicas.

 
¿Pero, que se puede hacer para consolar y traer comprensión a la madre que de buenas a primeras, se percata que el ser de sus entrañas ha atravesado, casi sin sentir, esa invisible línea divisora que separa el bebedor social sano del adicto y alcohólico desesperadamente enfermo?
¿Cuando se presenta cómo le será posible ayudar al hijo querido a retomar a la salud y felicidad? ¿Que lo podemos decir?

La relación de padres e hijos es un lazo emocional enormemente profundo.

 
Son ellos que trajeron al pequeño ser al mundo, los que cuidaron sus primeros pasos inciertos; los que amaron, protegieron y guiaron sus valores su felicidad y prosperidad. Cada retoño de su unión es parte inseparable de su vida.

Ahora que es adulto, no tienen ya ellos el derecho de controlarlo. Pero el patrón de la costumbre es muy difícil de romper; el impuso de los padres de seguir tratándolo como si aún fuera un niño…


Sin embargo, a pesar de que “acude a mamá” cuando se encuentra en un callejón sin salida, tratar de dirigirlo es sencillamente imposible.

Se rebela ante su autoridad, ignora sus súplicas y sus regaños. Muy a menudo, es el padre, quien guiado por su cariño y orgullo, lo protege demasiado, nulificando así las posibilidades de su recuperación. Una y otra vez, los padres perdonan y protegen y se hacen la ilusión de que así lo están ayudando.


Es natural que los padres del adicto estén siempre a la defensiva cuando se trata de sus consumos, por ser la vida de sus hijos parte intrínseca de la suya, no pueden evitar el sentimiento que parte de la culpa es suya. Se refleja esto en el grito conmovedor:
¿Dónde falle? ¿Cómo pude haberlo evitado? ¿Algo hice mal y este es el resultado?


Es sumamente difícil para un padre enfrentarse a la triste realidad que la criatura adorada se encuentra ahora dominada por la destructiva enfermedad del alcoholismo y la drogadicción. El amor de los padres tiende siempre a verla como la niña, o niño, que una vez fue.


Si este es su caso, trate de darse cuenta cabal de ACEPTAR EL HECHO, que su hijo esta enfermo. Los médicos, psicólogos, trabajadores sociales, y otros profesionales que han dedicado su vida entera a ayudar a los adictos, reconocen la adicción como una verdadera enfermedad, tan real como la diabetes o la tuberculosis.


Es una enfermedad crónica que puede ser controlada pero no curada. La única esperanza del adicto para encontrar una vida útil y satisfactoria, es que deje de consumir para siempre. El menor sorbo de licor es lo suficiente para reavivar, en toda su intensidad, la infernal llamada del alcoholismo y drogadicción.


Si la hija o hijo adicto vive en casa, es muy probable que la experiencia de convivir con su comportamiento adictivo día tras día, le haya enfermado a Ud. Espiritualmente. Porque a diario, vive alerta a los inciertos pasos de sus idas y venidas; a la llave que se eterniza encontrar su destino para abrir la puerta, al mensaje que puede traer la noticia de un accidente o una tragedia. Todo esto acaba por llenarle de un continuo temor y le hace perderlas esperanzas.

Si el hijo es casado y tiene familia y casa, vive usted preocupado por el afecto que sus acciones tiene sobre la esposa y los nietos. Tal vez se ha visto obligado a asumir la responsabilidad de mantenerlos, aun a costo de gran sacrificio personal. Esto equivale INDIRECTAMENTE, a relevarlo de una responsabilidad que propiamente es de .él.


Muchos padres llegan al extremo de culpar al cónyuge por la adicción de su hijo. No importa cuáles sean las circunstancias de ese hogar, jamás se le puede echar la culpa al esposo o esposa. El adicto consume porque esta enfermo.


La única manera que Ud. Puede ayudar a este adicto compulsivo es enfrentándose a las siguientes realidades:


Es imposible que el controle sus consumos o dosis por un acto de voluntad
Es posible que lo obligue a controlarlos, y sea con consejos o con regaños, tratándolo bien o tratándolo mal.


Lo mejor que puede hacer es darse cuenta y aceptar que Ud. No tiene derecho de criticar, regañar o exigir la sobriedad de este ser adulto por ser su hijo, más que si fuera un extraño. La única manera en que lo puede ayudar es convencerse que tiene que otorgar la completa libertad de sus propias acciones.


Mientras persista en sacarlo de apuros, un y otra vez, le está negando el derecho que él tiene a la libertad de sus propias acciones.


Si Ud. sigue protegiéndolo, si sigue resolviendo sus problemas causados por sus consumos, Ud. le esta haciendo un gran daño.


Cierto que no hacerlo es, para los padres, muy difícil y muy doloroso “Es nuestra carne y hueso” gime la madre, ¿Cómo podemos abandonarlo? Y ¿Quién velara por él si no lo hacemos nosotros?


Pero la responsabilidad no es de Uds., a nadie le corresponde la responsabilidad de los consumos de alcohol y drogas de otras personas, más que a la persona misma.


No se avergüence ni se sientan culpables los espectadores, sin ofrecer una palabra de consejo o protesta, mientras la esposa pide ayuda profesional, aun cuando sea de la policía. Revelar el problema, haciendo un lado todos los tapujos, muy a menudo es la forma de inducir una crisis que impulsa al adicto a desear buscar ayuda para sí mismo.


Es muy probable que jamás se dirija a un Centro de Ayuda por complacerles a Uds., pero si ve en peligro su propio hogar y teme perder a su esposa e hijos, entonces es muy probable que dé el primer paso para recobrar la sobriedad.


Lo que Ud. se imagina es su deber y su hondo cariño, sencillamente retrasa el día del “Juicio Final” con el cual al fin y al cabo, tendrá que enfrentarse él solo.


Si verdaderamente lo ama, su amor tiene que ser suficientemente grande para concederle la libertad de buscar su propia salvación. No olvide que además de ser su hijo, primero es una persona adulta y libre.


Si en vez de protegerlo, obligarlo o intervenir, Ud. se limita a entregarle a él su autonomía y confianza, le prestara la mejor ayuda para que encuentre el sendero hacía la salud y la sobriedad. Con gran frecuencia, la mano que lo guiara por ese sendero será la mano curativa de los profesionales.


También puede ayudarlo adquiriendo conocimiento de todas las otras fuentes de ayuda, tales como los centros de información adictiva, médicos y servicios sociales, entendidos en esta enfermedad. De esta manera, el momento adecuado lo podrá dirigir a una de ellas.


Este momento solo se presenta cuando él cae en un profundo abismo de desesperación respecto a sus borracheras y drogas, en el cual admite, de su propio fuero, que ya no las puede controlar y declara que necesita y pide ayuda para hacerlo.


Si acepta ayuda, alégrese. Porque el profesional puede hacer lo que ningún padre,
Ninguna madre o esposa o hijos pueden. Los miembros de los centros de ayuda, comprenden su problema. No trate de participar en su lucha hacia la sobriedad, no intervenga salvo con las indicaciones que se le dan, déjele el campo abierto. Y no se aflija si falla una, dos o más veces. Su terapeuta sabe cómo ayudarlo.


No importa cuál sea su participación individual, demostrara su verdadero cariño y comprensión hacia su hijo, soltando las riendas y no interviniendo.


Este es el verdadero amor.

Aun, con las mejores intenciones, cuando tolera, consiente y aguanta sin fin, en vez de hacerle un bien, le causa un gran daño. Lo que es más el adicto muy a menudo, sabe intuitivamente que Ud. le está haciendo un daño, lo consiente, protege o interviene en su vida.
El día que, al fin, impulsado por su propio e inaguantable sufrimiento, se rescate él mismo de las pesadas cadenas de su adicción agradecerá el haber contribuido para que le fuera posible encontrar las propias fuerzas y valor para dar ese primer paso.


Por eso “suelte las riendas” y no siga retrasando el día feliz en el que él pueda comenzar a rehabilitar su vida. Su necesidad suprema es libertada para encontrar, por si mismo, el verdadero significado y propósito de su existencia.

Mientras tanto para que Ud. no pierda el ánimo y encuentre una medida de tranquilidad únase y asista a las reuniones de los grupos de familia que le queden cercanos. Comparta con los otros miembros sus sentimientos y experiencias, que ellos le comprenderán mejor que nadie, puesto que conviven con los mismos problemas. Al mismo tiempo le ofrecerán valiosa ayuda, información y orientación, que le permitirán recobrar las esperanzas y mantener el valor y las fuerzas necesarias para enfrentarse a ese problema.


Los grupos de familiares de adictos. Se reúnen para discutir sus problemas en común y compartir sus experiencias, guiados por un profesional y con el buen criterio que adquieren al informarse y aprender a tratar a sus hijos enfermos. De esta manera, se ayudan a comprender entre si el Problema con que se enfrentan y les es posible tratar de resolverlos constructivamente.

 
Cuando aprenden y aceptan que son impotentes ante la adicción de sus seres queridos y que su cambio de actitud, con frecuencia impulsa al adicto a buscar ayuda para sí mismo
El objetivo básico es ofrecer consuelo y esperanza a los familiares y amigos de los enfermos adictos.

6 comentarios:

  1. SI CONFIRMO QUE MI HIJO SE DROGA, ¿què hago?


    Si observan comportamientos extraños como los nencionados anteriormente para saber si mi hijo se droga podemos iniciar con los pasos siguientes:

    * Observar a su hijo, estar al tanto de sus actitudes, conocer a sus amigos, etc.
    * Hablar claramente con èl sobre su sospecha. Seguramente la primera reacciòn serà la de negar que tiene algùn problema con las drogas. Usted deberà mantenerse firme.
    * Consultar con un profesional o instituciòn especializada que nos oriente sobre què hacer. Hago hincapiè en "especializado" debido a que no cualquier profesional puede abordar este tema.

    Una vez que tiene la certeza de que su hijo consume algùn tipo de drogas, debido a que:

    * El les ha pedido ayuda espontèneamente.
    * Se lo ha confirmado al preguntàrselo ustedes.

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  2. Mireya Jimènez Campos....

    "Mi hijo se droga". Ud puede modificar: vìnculos, lìmites, prioridades, modo de comunicaicòn y revisar su historia delsde la gestaciòn. Estas modificaciones y revisiones le permitiràn "sanear el vìnculo" y por lo tanto asumir que tiene un hijo adicto, ayudarlo a salir, sostenerlo, etc.
    LA CULPABILIDAD. Es una fuerza NEGATIVA que entrampa, una sensaciòn de peso, angustia, paralizante, que obstaculiza el crecimiento y el saneamiento del vìnculo.
    Ademàs de producir una situaciòn de "enganche" nocivo con su hijo, destinatario de su culpa. No puede tener objetividad al sentirse culpable, no le permite analizar la situaciòn clara y nìtidamente, se siente "en deuda" y por lo tanto:
    * No puede poner lìmites: si està en deuda como va a exigir, se deja convencer, no tiene fuerza.
    * No puede modificar nada: para esto necesita poner su cuenta en cero. Revisar de donde nace la culpa:

    - Un nacimietno casual.
    - Un embarazo rechazado.
    - Falta de dedicaciòn.
    - Lo abandonò
    - Se separò de su esposo/a.
    - Otro/a se hizo cargo de èl (abuela, tìo tìa, etc.).

    Estas y otras situaciones dolorosas se pueden asumir y hacerse cargo de los errrores, hacer una nueva elecciòn. Blanquear y adelante, entonces se puede exigir de lo contrario la culpa hace permanecer a su hijo en la droga y a Ud. en la debilidad para ayudarlo.

    Cualquiera sea la situaciòn de donde nace la culpa, Ud. puede perdonarse y asumir errores y faltas.

    Como dice la Biblia en el Libro de Salmos:

    "Dichoso el que fue absuelto de pecado, y se encuentra sin culpa. Te confesè mi falta, no te escondì mi culpa y tù, mi pecado perdonaste. Condonaste mi deuda, me guardas en la angustia y me infundes anhelos de esperanza".

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  3. Mireya Jimènez Campos...

    QUE ES LA CO-DEPENDENCIA?
    La co-dependencia es el sentimiento que embarga a la mayorìa de los miembro de la familia de un adicto a una sustancia o una actividad (juego), por el cual asumen las obligaciones y responsabilidades que le corresponden a la persona afectada por la adicciòn.

    • La vida de los co-dependientes estàn controladas por el comportamiento de la persona adicta, todo el tiempo piensan, sienten y actùan en funciòn de ella.
    • La co-dependencia puede prolongarse hasta después de que el adicto haya recibido tratamiento y màs allà de haberse terminado la relaciòn (en caso de divorcio por ejemplo).
    • La actitud co-dependiente puede mantenerse de una a otra persona, es muy comù el caso de hijos de alcohòlicos que se casan con alcohòlicos, sabiendo de antemano que sufriràn de la misma forma que sufrieron anteriormente y que condenan a sus futuros hijos al mismo calvario que ellos vivieron en su niñez y adolescencia.
    • Cualquier persona puede ser co-dependiente, cùnyugues, padres, hermanos, hijos, amigos, y hasta compañeros de trabajo de un adicto.
    • La familia entera puede ser co-dependiente del adicto sintièndose culpables por las acusaciones que èste hace de falta y comprensión ante su problema.

    COMO ROMPER LA CO-DEPENDENCIA EN LA FAMILIA?.

    Enfrentar la verdad cuanto antes.

    Las adicciones son una enfermedad. Por lo tanto, el adicto es un enfermo que necesita tratamiento. Tratar de ignorar el problema lo agudiza cada dìa màs Hay familias que por no enfrentar el problema ràpidamente, pierden años esperando que el adicto cambie bajo promesas de èste que difícilmente cumpla si no comienza ocn un tratamiento.
    Tener paciencia pero firmeza.
    Asì como las adicciones se van desarrollando poco a poco, tampoco puede curarse en un dìa. El adicto debe saber que aunque se le respete como persona no se le va a tolerar màs los problemas que crea a todos por causa de la adicciòn.
    El adicto es una persona que necesita lìmites; es màs, su adicciòn es un pedido desesperado de ayuda y esa ayuda debe ser con todo el amor, pero con toda la firmeza.
    “Yo te amo, pero no amo tus conductas negativas”.
    Proceder con justicia con el resto de la familia
    Ninguno de los miembros tiene la culpa de que una de ellos sea adicto. No se le debe aceptar insultos ni malos tratos para nadie. Una vez que se permita, el problema se irà acentuando.

    Buscar ayuda.
    Animar al adicto a asistir a tratamiento, recordando que ningún tratamiento serà afectivo si la persona se resiste a tratarse serà la familia la que deberà decidir por èl, ya que muchas veces el estado de adicciòn es tal que el adicto està imposibilitado de decidir por èl, y es ahì donde la familia tiene que intervenir con firmeza.
    La mayorìa de los tratamientos ofrecen grupos de apoyo para los familiares, para ayudarlos no solo a evitar la manipulación que el adicto hace de ellos sino tambièn para poder modificar conductas familiares.

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  4. EL PROBLEMA CENTRAL QUE CAUSA LAS ADICCIONES
    Las personas que son adictas o dependientes a una o varias sustancias psicoactivas sufren debido a su inmadurez, a causa de ese eterno infante, egoísta y demandante, que llevan consigo. Su inmadurez constituye un enemigo implacable y no obstante, tienen que conocerla a fondo si quieren derrotarla, y tienen que derrotarla si quieren sobrevivir. Conviene insistir y subrayar que la inmadurez es un enemigo muy poderoso: tan activo e incansable como un niño de cuatro años, cuya vitalidad parece no conocer límites y cuyas demanda son tan grandes que nada ni nadie puede satisfacerlo del todo. Hay que recordar, también, que todos -de alguna manera-, llevamos un niño dentro de nosotros que ocasionalmente aflora y llega a mostrarse. Su exhibición, sin embargo, no dura mucho pues la parte madura de nuestra personalidad lo controla y consigue regresarlo a su lugar. Eso en circunstancias normales porque en el caso contrario, cuando una sustancia psicoactiva afecta nuestra personalidad, sucede un extraño fenómeno: la parte madura se debilita y la parte infantil adquiere, con el alcohol o la droga, un poder casi absoluto, poder que emplea en reclamar el mal trato que se le dio; en exigir atención inmediata y exclusiva; en manipular las culpas de quienes no lo tomaron en cuenta o de la manera que él quería; en organizar su vida y la de su familia conforme a los vaivenes de sus caprichos. Por ello se dice que en muchos adictos el eterno infante es consecuencia del efecto que la sustancia adictiva ejerce sobre su personalidad y que es ella la que "lo crea" o "lo hace nacer". Y de ahí, también, que a medida que pasa el tiempo y aumenta el nivel de intoxicación, la madurez desaparece gradualmente, dejando camino franco para que el eterno bebé imponga sus absurdas e irracionales demandas e implante su reino de inmadurez, egoísmo, envidia y destrucción. Y lo más grave es que ese niño terrible ya no es del todo un niño: tiene un cuerpo más fuerte y posee más conocimientos y habilidades de las que tenía en sus primeros años de vida. Su resistencia es también mucho mayor y regresa poderoso, seductor, sin temor a nada ni a nadie, inteligente y bello. Es, así, casi tan peligroso como un dios.
    "Las personas que son adictas o dependientes de una o
    varias sustancias psicoactivas sufren debido a su
    inmadurez, a causa de ese eterno infante,
    egoísta y demandante, que llevan consigo".

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  5. EL PROBLEMA CENTRAL QUE CAUSA LAS ADICCIONES
    Las personas que son adictas o dependientes a una o varias sustancias psicoactivas sufren debido a su inmadurez, a causa de ese eterno infante, egoísta y demandante, que llevan consigo. Su inmadurez constituye un enemigo implacable y no obstante, tienen que conocerla a fondo si quieren derrotarla, y tienen que derrotarla si quieren sobrevivir. Conviene insistir y subrayar que la inmadurez es un enemigo muy poderoso: tan activo e incansable como un niño de cuatro años, cuya vitalidad parece no conocer límites y cuyas demanda son tan grandes que nada ni nadie puede satisfacerlo del todo. Hay que recordar, también, que todos -de alguna manera-, llevamos un niño dentro de nosotros que ocasionalmente aflora y llega a mostrarse. Su exhibición, sin embargo, no dura mucho pues la parte madura de nuestra personalidad lo controla y consigue regresarlo a su lugar. Eso en circunstancias normales porque en el caso contrario, cuando una sustancia psicoactiva afecta nuestra personalidad, sucede un extraño fenómeno: la parte madura se debilita y la parte infantil adquiere, con el alcohol o la droga, un poder casi absoluto, poder que emplea en reclamar el mal trato que se le dio; en exigir atención inmediata y exclusiva; en manipular las culpas de quienes no lo tomaron en cuenta o de la manera que él quería; en organizar su vida y la de su familia conforme a los vaivenes de sus caprichos. Por ello se dice que en muchos adictos el eterno infante es consecuencia del efecto que la sustancia adictiva ejerce sobre su personalidad y que es ella la que "lo crea" o "lo hace nacer". Y de ahí, también, que a medida que pasa el tiempo y aumenta el nivel de intoxicación, la madurez desaparece gradualmente, dejando camino franco para que el eterno bebé imponga sus absurdas e irracionales demandas e implante su reino de inmadurez, egoísmo, envidia y destrucción. Y lo más grave es que ese niño terrible ya no es del todo un niño: tiene un cuerpo más fuerte y posee más conocimientos y habilidades de las que tenía en sus primeros años de vida. Su resistencia es también mucho mayor y regresa poderoso, seductor, sin temor a nada ni a nadie, inteligente y bello. Es, así, casi tan peligroso como un dios.
    "Las personas que son adictas o dependientes de una o
    varias sustancias psicoactivas sufren debido a su
    inmadurez, a causa de ese eterno infante,
    egoísta y demandante, que llevan consigo".

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  6. LA BUENA COMPAÑíA

    Resumiendo: hay varias maneras de crecer, varios métodos. cada uno de los cuales implica un esfuerzo no mayor que el deseo de vivir bien. Si se decide a recorrer el arduo camino de regreso hacia la madurez -camino que no se recorre solo-, no olvide que este proceso estará lleno también de compañías cálidas, afectuosas y comprensivas. El alcohólico o el adicto que quieren dejar de serlo no están solos. Siempre encontrarán a su lado a un familiar o a un amigo capaces de entender el problema porque también sufren, un Poder Superior que protege, que ama al hijo descarriado y lo perdona. En fin, que el crecimiento, que es una obligación de cualquier ser vivo, es posible, no es una ilusión o una tarea que requiera esfuerzos sobrehumanos. Para el que quiere crecer, siempre habrá una mano abierta y tendida muy cerca del remolino de la enfermedad y pisando tierra firme. Es sólo cuestión de pedir ayuda. Lo demás, poco a poco, irá apareciendo.

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